Desde pequeñita las lentejas han estado presentes cada semana en la mesa. Mi madre nos hacía dos variantes: las lentejas de invierno (las estofadas) y las de verano (con tomate y ajo) y a día de hoy, sigo con la tradición pero a mi manera. De hecho, creo que es el primer plato que versioné para que fuera más saludable y terapéutico. Eliminé toda la proteína animal y le añadí “superalimentos” y la verdad es que están riquísimas y son mucho más digestivas.
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